Hola linduras, ¿cómo están?
Esta semana ha estado un poco agitada para mi. Sucedieron varias cosas, y éstas cosas que sucedieron promovieron ciertos pensamientos que finalmente desembocaron en el post que ahora les comparto.
Todo comenzó con una conversación con mi amiga Angeles Colorado (del facebook) en la que hablamos de la "dicha" de ser mujer (por cierto... ¿ustedes qué piensan de ser mujer u hombre? ¿Son dichosos con su sexo? ¿No?). Bueno, retomo la historia... luego (o en medio) tuve una discusión con otra amiga sobre los límites y roles que socialmente aceptamos como masculinos y femeninos. Y aunque siempre he sido medio machito (lo confieso), pues siempre me sentí tambien dichosa de ser mujer.
En fin, como no pude resolver esto de manera racional asumí de nuevo el texto como medio. Tomé todo esto como inspiración para escribir un post asumiendo un punto de vista masculino. Esto es algo que ya intenté hace mucho tiempo, pero ahora la perspectiva fue otra. Y aclaro que desconozco el motivo por el cual sucedió, pero finalmente el relato terminó cobrando un aire... diré metafórico. Pero bueno... ese es tema para que conversemos luego.
Les envío un cariño y los dejo con...
UN RECUERDO
Mi aliento se dibuja sobre el frío aire de la mañana. Las formas del vaho resaltan sobre la luz gris que se extiende, desde y más allá del mar.
Mis manos aún están tibias.
La calle se llena de buses. Los faros brillan contra el aliento que parece exudar la calle.Estoy quieto en la parada del bus. Las imágenes parecen asomarse al final de un camino corto y bastante recto. Acerco mis manos para calentarme y siento su ligera capa de sudor aún impregnada en mi mano.
La calle desaparece.
Descubro el terciopelo de su piel de aquello que la cubre, formando una inmensa llanura. La luz en la habitación pierde fuerza; de su piel brota una luz constante e intensa. Más y más grande, el brillo se vuelve cálido y se filtra bajo mi piel. Me vuelvo un animal escurridizo y vibrante que se cuela a través de las inflexiones de su ropa. Ella ríe y yo disfruto.Me permite indagar en ella hasta que, con una risa, me aparta. En el choque, brillamos y nuestras pieles explotan. Nos deshacemos en jirones que toman forma de brazo, dedos, cuello, vientre y piernas. El eco de los besos se combina con susurros de risas y caricias volviéndose corriente que estira la piel hasta límites imposibles. El chasquido del fuego resuena en algún lugar y el viento arrecia con más fuerza hasta lo más profundo de la tierra, de donde brota la fuerza que me empuja en ella.
Y a ella en mí.
Me recobro desnudo frente a ella. Apenas cubierta, exhibe sus pechos tibios y sus mejillas sonrosadas. Con besos, marco la ruta para volver mientras me sumerjo bajo las sábanas. Cada poro me regala un brebaje dulce parecido al néctar. A cada momento me siento más fuerte. Recorriéndola, desciendo hasta un lugar donde la luz se extingue. Entonces aparece ella, brillosa y perfecta, iluminando con su sonrisa el lugar. Me observa, recostada de lado, con sus piernas juntas y su pecho ondulante. El suave vello de su sexo intenta contener un aroma dulce y fuerte (como el estallido de victoria al final de una batalla), pero su esfuerzo es inútil. El perfume me embriaga y soy vuelto aire.Giro alrededor del fuego que crepita y se eleva. La llama naranja me envuelve con ella y formamos un camino espiral por el que lentamente descendemos hasta una bóveda azul. El tiempo y el espacio se consumen. Ella ríe, y en su aliento somos devueltos como gigantes celestes que reposan sobre un continente verde y sereno.
Noche. Silencio. El recuerdo se va limpiando de palabras mientras el sueño avanza. Cierro los ojos y aún me siento dormido con sus brazos rodeándome y su cuerpo susurrándome sus secretos. Le prometo que seré discreto y brota de nuevo en mi boca el dulzor del rizo mayor de sus labios. Lo siento bajar por mi pecho.
Todo desaparece.
Esta semana ha estado un poco agitada para mi. Sucedieron varias cosas, y éstas cosas que sucedieron promovieron ciertos pensamientos que finalmente desembocaron en el post que ahora les comparto.
Todo comenzó con una conversación con mi amiga Angeles Colorado (del facebook) en la que hablamos de la "dicha" de ser mujer (por cierto... ¿ustedes qué piensan de ser mujer u hombre? ¿Son dichosos con su sexo? ¿No?). Bueno, retomo la historia... luego (o en medio) tuve una discusión con otra amiga sobre los límites y roles que socialmente aceptamos como masculinos y femeninos. Y aunque siempre he sido medio machito (lo confieso), pues siempre me sentí tambien dichosa de ser mujer.
En fin, como no pude resolver esto de manera racional asumí de nuevo el texto como medio. Tomé todo esto como inspiración para escribir un post asumiendo un punto de vista masculino. Esto es algo que ya intenté hace mucho tiempo, pero ahora la perspectiva fue otra. Y aclaro que desconozco el motivo por el cual sucedió, pero finalmente el relato terminó cobrando un aire... diré metafórico. Pero bueno... ese es tema para que conversemos luego.
Les envío un cariño y los dejo con...
UN RECUERDO
Mi aliento se dibuja sobre el frío aire de la mañana. Las formas del vaho resaltan sobre la luz gris que se extiende, desde y más allá del mar.
Mis manos aún están tibias.
La calle se llena de buses. Los faros brillan contra el aliento que parece exudar la calle.Estoy quieto en la parada del bus. Las imágenes parecen asomarse al final de un camino corto y bastante recto. Acerco mis manos para calentarme y siento su ligera capa de sudor aún impregnada en mi mano.
La calle desaparece.
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Y a ella en mí.
Me recobro desnudo frente a ella. Apenas cubierta, exhibe sus pechos tibios y sus mejillas sonrosadas. Con besos, marco la ruta para volver mientras me sumerjo bajo las sábanas. Cada poro me regala un brebaje dulce parecido al néctar. A cada momento me siento más fuerte. Recorriéndola, desciendo hasta un lugar donde la luz se extingue. Entonces aparece ella, brillosa y perfecta, iluminando con su sonrisa el lugar. Me observa, recostada de lado, con sus piernas juntas y su pecho ondulante. El suave vello de su sexo intenta contener un aroma dulce y fuerte (como el estallido de victoria al final de una batalla), pero su esfuerzo es inútil. El perfume me embriaga y soy vuelto aire.Giro alrededor del fuego que crepita y se eleva. La llama naranja me envuelve con ella y formamos un camino espiral por el que lentamente descendemos hasta una bóveda azul. El tiempo y el espacio se consumen. Ella ríe, y en su aliento somos devueltos como gigantes celestes que reposan sobre un continente verde y sereno.
***
Todo desaparece.