jueves, junio 18

Una mujer nueva

jueves, junio 18
El café está frío. Sostengo la taza mientras te espero, sintiendo la noche cálida que no motiva al sueño. Doy el último sorbo cuando escucho que entras. ¿Amor?. Te acercas con una sonrisa. “No esperaba encontrarte despierta”, dices, descubriendo que compré el café en tu lugar favorito. Tomas el vaso del café frío y lo calientas. Conversamos como no lo hacíamos hace tanto tiempo, cuánto extrañaba tu sonrisa, esa manera tuya de desviar los ojos cuando piensas, tu mirada fija en mí. Te escucho pensando que no debí aceptar nunca ese trabajo, ahora son tan pocas las veces que te veo, nunca encontramos un espacio, siempre estamos agitados, llenos de cosas, alejados.

Me sorprendo cuando reparo en el reloj, una hora ha parecido tan poco. Te estiras y bostezas. “¿Vamos a dormir?”. Te alejas tan rápido que ya estás fuera de la habitación cuando me escuchas: espera. La luz de la cocina apenas te deja ver, en penumbras pareces un ser misterioso y oscuro. Me pongo de pie y camino hacia ti desatando el cinturón de la bata, entreves mi piel encrispada, aún firme y deseante, y encuentro en tu mirada ese brillo del sueño espantado por la lascivia. Me regocijo. Eres de nuevo el chico que pasa la noche ruborizándome y aprieta su lengua contra la mía por primera vez. Como entonces nuestros ojos no se separan cuando llego a centímetros de ti, tan cerca que el calor de tu cuerpo me abraza y tu respiración se cuela entre mis poros. Cuando tocas mi mejilla siento el retumbar de cada latido y todo mi cuerpo despierta. “¿Y esta sorpresa?”. Tu mano baja por mi cuello, apartas la bata y contemplas mi seno, vulva y pierna desnuda. Nos miramos, como queriendo adivinar nuestros pensamientos, mientras la penumbra nos cubre. Llevo tu mano a mi pecho y la aprieto. ¿Te gusta?, te digo, moviéndome lo suficiente para despojarme de la bata. ¿Te gusta?. Después de tantas noches, te estremece ver mi cuerpo entregado, tanto que tu boca se tuerce en sonrisa al descubrir mi sexo húmedo y mis pezones erectos. La impresión despega tus labios y no me contengo, me lanzo sobre ellos y hundo mi lengua. Presiono y aprieto, repto y giro, bajando por tu garganta y tu pecho hasta tocar tu corazón, buscando esos recuerdos que formaron nuestra vida juntos, los que esconde el mapa de mi cuerpo, y que desnudo ante ti, rendido ante ti, pide que los encuentres también.

Beso tus tetillas sintiendo tus manos sobre mis hombros, arrastrándose por mi espalda hasta asir mis nalgas, apretándolas con violencia mientras hundes tus labios en mi cuello y tu dedo índice roza la raja de mi culo. ¿Hace cuánto no escucho tu jadeo? La pregunta flota en mi cabeza cuando me elevas y me empujas contra el sofá, clavando tu lengua en mi vulva. El hormigueo crece en mi espalda, luchando por acariciarte. Intentando no irme a cada lamida tuya guío tu cadera hacia mí, arrastro tu pene y saboreó su sal, apretándolo entre mis labios jugando con la punta de mi lengua. Siento nuestros cuerpos cálidos, que van cediendo, descubriéndose nuevamente como dos desconocidos. Mi mente se aclara, abandono cada mañana vacía y gris, tantas noches a solas y haber optado por ese trabajo. Me giro hasta quedar sobre ti y me pongo de pie. Te veo desnudo, sudas y jadeas pero tu mirada arde. Hago de mis manos tus ojos y me acaricio cada centímetro. Bajo desde mi cuello, redondeo mis senos, una mano baja por mi cintura y vientre. Repaso mis nalgas y mis piernas antes de llegar a la vulva que repaso hasta conseguir tu mirada atenta. Sólo entonces levanto mi mano y la pongo entre ambos, un punto donde se encuentran nuestras miradas. Juego con los dedos de la mano extendida mientras la otra me acaricia. Quieres ponerte de pie y retrocedo. Entiendes. Bailo y me acaricio de nuevo, extiendo una vez más la mano y permanezco detenida un instante, mirando fija tus ojos. Encuentro en ellos más que lascivia, la sorpresa de tener frente a ti a una mujer desconocida, nueva, que recoge todos sus dedos e introduce el largo índice dentro suyo, tanto que retrocede el tiempo, hasta una cama vacía por la mañana; donde harta de extrañar a su esposo, la mujer decide darle una sorpresa. Compra el café que le gusta y va a buscarlo para comer juntos. Llega tarde, tanto que lo encuentra caminando con una mujer con bucles y sonrisa como ella, tan parecida que incluso se contonea frente a él, como ella lo hacía antes. Vuelve a casa y llora por horas, hasta que decide el cambio: ser una mujer desconocida para su marido. Una mujer nueva y ardiente, que conoce sin embargo cada resquicio de él, que podría seducirlo una noche, bailar y tocarse para él, arrodillarse y apretarlo entre sus piernas, mantenerlo absorto mientras se frota desde su pene hasta tu boca, dejando que respire su olor y descubra que ya lo conoce. Una desconocida que lo haga sentirse amado cuando la penetra, que abriga y acaricia cada centímetro suyo de su pene en sus entrañas. Que mueve sus caderas, más y más rápido hasta conseguir que explote, dejarlo cansado, rendido y fascinado. Perplejo hasta que su mente se nubla y deja de recordar, imaginando desde ese momento sólo su vida con ella.

lunes, junio 15

Chocolate

lunes, junio 15



Chocolate marca nocturna
dispersa en toda mi piel
placer de ser devorada
texturas dulces y amargas
mancha de su lengua cruel
humecta, fascina, calienta
entra, recorre, penetra
acaricia, frota, no cesa
marca formas, dibuja
lengua, piernas y manos
devora fuerte sin prisa
muerde gime acaricia
manos, boca y sexo
hecho uno su cuerpo
sacia caliente mi dulce
generosa vulva irritada
amargo beso que calla
rompe el silencio el gemido
no uno sino dos
sino varios sino miles
gotas de saliva que caen
arde el chocolate caliente
lo bate un cuerpo vibrante
hierve, crispa y estalla
la raja que me da vida
el amargo placer agonista
arroja breve un suspiro
dos cuerpos nos derretidos
al filo de la noche acaban
mientras mis ojos atentos
no dejan de pestañear
atentos caninos contemplan
la mano del pastelero
volviendo al chocolate agitar.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
 
Historias eróticas de Inés © 2008. Design by Pocket