sábado, junio 13

Golosina

sábado, junio 13

Muchas gracias a todos!!
No saben cuánto me alegra leer sus comentarios y saber que disfrutan lo que he escrito. Por ahí he debido rechazar las tonterías de algunos malcriados (si al menos fueran provocadores interesantes!); pero bueno, son pocos.
Esta ha sido mi primera semana como blogger y quiero agradecérselos inmensamente, porque la he pasado genial. Justo ayer a modo de celebración paseaba por diferentes blogs eroticones para presentarme, y (oh sorpresa!) descubro algunos bien subidos de tono que me dejaron tremendamente acalorada. Como no tenía a nadie a la mano (y no quería quererme yo solita), terminé escribiendo lo que ahora comparto con ustedes (y cuyo nombre da título al post)...


Nos quiero
irritados de caricias
besos pequeñitos en el cuello
sonrisas dulces
golosinas húmedas y firmes
que apretamos con manos de niños
y comemos
con placer

Te quiero
apretadita contra ti
encima debajo sudada de ti
impregnada y atravesada
grito y maldigo
apretando las nalgas

Me quiero
ansiada por ti, relamida...
muerdo
la sal de tus caricias
tu dedo en mi boca,
cada centímetro de tu pecho
disfrutando la dulce golosina
estallando entre mis piernas


Besos!!

jueves, junio 11

Cuando llega el deseo...

jueves, junio 11
El deseo nos llega sin quererlo, un simple descuido y todo cambia. Rendimos nuestras barreras y nos transformamos, nuestros músculos y huesos se deshacen consumidos, comprimidos en una sólida piedra, arrojada por la pasión que nos embarga sobre un mar infinito más profundo que la vida y la cordura. Desaparecen las dudas, el miedo, volamos alto, más allá de cualquier lugar imaginado, lejos del mundo y la libertad, chocamos contra el viento que nos resiste, corrompiéndonos, desmembrándonos en pedazos que yacen regados sobre la tierra. Avanzamos heridos hacia ningún lugar, confiados en ese impulso; traspasamos lo habido, nos estrellamos contra ese inmenso todo, el universo, y el choque es tan intenso que lo cambiamos para siempre. Nos volvemos una fuerza creadora invisible, más poderosa que un cuerpo frágil y finito corrompido por el tiempo, nos volvemos dioses, seres que vuelan ciegos, sin ojos para las lágrimas, sin piernas para volver ni brazos para asirse.

El último pedazo de la piedra reposa en la playa, mientras el impulso viaja imparable hacia el horizonte que extiende su púrpurea belleza en el cielo; como una llamarada que vuelve al fuego original del que partió.

martes, junio 9

¿Adónde me llevas cuando me tocas?

martes, junio 9
Cortas el espacio posando tu mano en mi mejilla, el tiempo se vuelve tu imagen en mi cabeza. Dejo de ser yo cuando no te veo, me vuelvo deseo y me extravío en los lugares infinitos de nuestros cuerpos combinados. Vuelo, me elevo y caigo gritando tu nombre... apareces tan real como el dolor de tu ausencia sobre mi piel, como la noche, la luna, como el instante en que me encuentro eterna, brillante contigo en mí. Me vuelvo estrella, recorro el espacio, exploto y desaparezco, regada en mil partes, invisible, fundida con el universo, contigo, con tu cuerpo, más puro que el aire no respirado o el fuego, más que el sueño o un latido. Eres el instante antes de la muerte, la vida desbordada que se transforma. Me rasgas y me rompes, me das vida nueva, eres creador, Dios, mi Dios. Reniego del tiempo, el sueño y el hambre, te quiero de vuelta viento que rozas mi piel, polvo que descubres mis rincones, pasto que me acaricias.
Tu cuerpo se extiende sobre la noche y me abrazas toda, soy tuya. Ansiosa, timorata y estúpida espero tus caricias para despertar al animal que te devora y te lame, que sorbe cada rastro tuyo pensando en el momento que lo abandones de nuevo. Aullo, grito, rasgo mi propia carne y sangre, desesperada y perdida vagando por las cinco letras de tu nombre. Cada roce y cada golpe, cada grito y gemido son un paso al último rincón del profundo océano de tu cuerpo. No, eres más, más que mar, cielo y lluvia unidos, eres el principio eterno de la vida, aquello desconocido. Acaríciame una vez más, tu, imposible locura bajo mi piel, mi deseo, mi fuego, mi certeza, mi fe... hazme tocar el cielo una vez más.

domingo, junio 7

Una fría noche

domingo, junio 7

Son casi las 10 y todo está cubierto de una espantosa niebla fría. Metida en mi camita escribo cubierta de 10,000 colchas imaginando tener mi propio cuerpo para abrazar y calentarme. Sería lindo eso, tener a alguien esta noche... totalmente cubiertos con la colcha, frotando mis pies con los suyos, abrazándolo. Las luces y los sonidos apagados, sus latidos calmados, su piel tibia. El frío yéndose y yo cayendo dormida con mis dedos repasando su piel, jugando sin querer bajo su camisa hasta pasar mi pierna sobre él y sentirlo ligeramente erguido. El sueño desaparece y siento el calor concentrándose en mi cabeza, mi cuerpo tenso, mi respiración acelerándose tanto como mi deseo de provocarlo. Paso mi mano por debajo de la camiseta y acaricio su pecho. Va despertando. Lo sé por cómo juega con sus dedos en mi pelo y cuello. Lo descubro más y froto mi pierna contra su ingle y ese lindo muchachito aparece ahora firme sobre un cuerpo más que caliente.

Se quita la camisa y me mira un largo rato. Pasa su mano sobre mis ojos, los cierra y roza mis labios. Es rápido, sorpresivo cuando me besa... Baja, besa y lame mis senos, mientras sus dedos marcan mi cintura. Sigue bajando hasta introducir sus manos bajo mi pantalón. Aparta la truza y juega con los vellos, haciéndome cosquillas. Me río, pero él no se detiene, me hunde los dedos mirándome el rostro y yo apenas si puedo cerrar los ojos y ahogar el grito que lanzaba.
Respiro. Ahora soy yo quien lo besa, quien aprieta su cuerpo contra el suyo, quién lo impulsa a hundirse aún más y más fuerte y acariciar ahí, donde me gusta. Jalo sus hombros para abajo y él entiende, como si hubiéramos estado juntos el tiempo suficiente para saber cuanto disfruto su lengua ágil desbaratandome, haciéndome lucir rota, en pedazos, mientras él juega. Lo tomo por los hombros y lo recuesto. Quédate quieto. Junto con la frase una mirada, él sonríe y se relaja. Aprieto sus muñecas contra la cama y giro mis caderas en círculos. Sonríe nuevamente, me encanta que lo haga. Echo a un lado la manta y siento su aroma, tan fuerte que me embota. Su piel brilla.

Mi cabeza se va perdiendo cuando me aparta ligeramente y me detiene. Nos arrodillamos, él coge mi cintura mientras introduce nuevamente su cálido y erguido pene dentro de mí. Entra, sale, y todo mi cuerpo tiembla. Como si tuviera mil manos acaricia mi vulva, senos, caderas, besa el cuello, las orejas, la espalda... no se detiene... No te detengas... Aprieta mis caderas y me echa hacia delante, me aferro a la sábana y jadeo. Fuerte, como si no hubiera otra forma de expresar mi placer, sólo un gemir constante, que crece hasta desaparecer el calor y frío, el gusto, el espacio. Yo misma no existo sino conectada a su olor intenso, a su gusto delicioso y violento. Muerdo mi labio rogando que eso no termine nunca cuando mis ojos se cierran y mi cuerpo se contrae. No veo, no escucho, no siento, mi cuerpo está regado, vacío, tan profundamente que sólo se llena con un inmenso y largo gemido que me hace volver a mi cuerpo de donde quiera que me haya ido.

Cuando abro los ojos siento aún mis nalgas apretadas, mi cuerpo empapado y la saliva en mi boca... él aún está dentro de mí, abrazado a mí. Ríe, y yo río también.

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