miércoles, octubre 7

La promesa de un beso

miércoles, octubre 7
¿Prometes algo con un beso? ¿Tus sueños? ¿Tu futuro? ¿A tí mismo? Yo siempre lo hago, aunque a veces con las personas equivocadas. No quisiera equivocarme de nuevo.

Hablo de cuerpos que se unen, pero soy incapaz de hablar sobre un beso honesto. Un beso dado con autenticidad, sin miedo ni aprehensiones, sólo porque te lo dice el corazón (hay que escuchar al corazón). Tal vez porque nunca lo he hecho.

Intento encontrar esa respuesta ahora. Para eso me descontruyo en mis dos partes e intento que dialoguen. Esto es lo que prometo yo.


Mi yo yin
Te beso. Mi deseo y silencio. Escondido entre mis brazos, te protejo del cielo y el mar. Descubro mi piel con tus manos y cambia el mundo. Recorro la incertidumbre y el eco de tu voz me asienta contra el frío aire. Floto y vuelo sabiendo regresar a ti. La luz que emano vuelve el camino menos oscuro. Tiemblo. ¿Sientes mi hálito viniendo entero desde mis tripas? Las mejillas se apartan, se buscan y tu mano con la mía se hallan. Brillamos. Sonrío. No hay cicatrices o heridas cuando miro adelante. ¿Flotas? Mis miedos se vuelven mariposas y mil flores coloridas, guardo este paisaje hermoso para ti. Sólo te miro y sonrío. Dentro suena una canción y mi cuerpo se vuelve real. Tú.

Mi yo yang
Te beso. Un momento. Levanto mis brazos al cielo y me vuelvo inmenso. Cambio. Se cierran mis párpados y distingo el azul, la brisa, el pasto entre mis dedos. Suspiro. A cada latido me deshago en arena. Una montaña inmensa para que te poses y veas el mar. Duerme. Con tu piel aprendo la inocencia de descubrirte la luna para verte plateada. Estoy cerca del cielo. Abro en mi cuerpo las letras de tu nombre, dibujo tu rostro y me expongo a tu mirada. Imagino. La soledad desaparece. La duda desaparece. Tu mirada protege mi sueño. Bailo con las alas que me regalas y guardo tu canto secreto. El camino se disipa y tu melodía resuena en mi corazón. Eres tú. Eres tú. Y te beso.


Los besos pueden ser no sólo el inicio o final de una historia, sino un maravilloso punto medio a partir del cual todo cambia.

martes, octubre 6

Amor a la antiguita

martes, octubre 6
El y ella en la cama
yacen tendidos largos
pero las expresiones de ambos
no tienen mucho de agrado.

Él
Entiéndeme chiquita
si no se me para el niño
recurriré a otras artes
para darte mil y un mimos

Lo mira con cierta malicia
y busca en todo su bolso
una pastilla azul saca,
se la muestra con pleno gozo

Ella
Ese flaco deducho
no es tu niño delicioso
dale, toma esta pastilla
pa que te pongas “buen mozo”

El
Pues recuerda bien esas tardes
cuando tus padres dormían
lo que este dedo flacucho
en los comerciales te hacía

Ella
Eso estuvo muy bueno
y claro que me gustaba
pero entiendéme tu ahora
estoy un poco calentada

El
¿Por qué no recuerdas niña
cuando estábamos abrazados?
tú no querías nada
y yo permanecía a tu lado

Ella
¿Cuántos hombres la tomaron
y nada les ocurrió?
Anda tómate un poquito
y te haré sentir mejor.

El
¿Es que no ves acaso?
No es ésta cuestión de olvidos
sino más bien de recuerdos
de todo lo que vivimos

Ella
El día que no tenga ganas
yo te acompañaré
y si es preciso, necesario,
me pondré el unguento aquel

El
¿Qué dices oye? ¿Qué te pasa?
yo no te quiero con pomadas
sin voluntad o pasión
como cualquier vulgar esclava

Ella
Si algo no funciona se arregla
siempre esto ha sido así
y si la ciencia también ayuda
aprovechémosla al fin

El
¿O sea que según tu
si no nos funciona eso
(lo tuyo como lo mío)
un remedio lo cura presto?

Ella
Vamos muchachito recio
podemos pasarla muy bien
no te pongas histérico
que no te sienta el papel

El no la mira, voltea
y sale de la habitación.
Y ella, al mirar ese culo,
alejándose con decisión
suspira entera preocupada
y tira la pastilla a un lado
cuando una voz resonante
la levanta, pum, de un salto

El
¿Vienes a la ducha conmigo?
el agua está deliciosa
y tal vez la circulación
vuelve mi cosita hermosa

Cuando pudo por fin abrazarla
y le dijo que la quería
aunque cosita siguió blanda
la hizo sentir henchida.
Su cuerpo volvió inmenso
a punta solo de caricias
de decirle quedito al oído
cuánto toda la quería.
No hubieron pastillas azules
ni pomadas lubricadoras
sólo amor a la antiguita
como cantan las viejas odas.
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