miércoles, julio 22

Época de sequía

miércoles, julio 22
















Deja de agitar su mano entre sus piernas y la acaricia. La húmedad que baña su vulva y la cama, sus ojos apretados, sus gemidos que mueren, todo tiene su olor. Y mientras ella intenta escapar de su estado alucinado, roza con su pene su vulva indefensa y abierta. Una caricia de un instante antes de tomar sus caderas e introducirse en ella de un golpe, de arrancarle un grito ahogado y estremecer el cuerpo cálido y vital de esa mujer, que se estira hacia atrás, abriéndose aún más, dispuesta a morir de nuevo.

Termino la frase y releo. No siento nada, no me provoca nada, es basura. Presiono una tecla y la pantalla está nuevamente en blanco. Mi cuerpo está aún más tenso, me duele el cuello y la espalda; reviso ideas que no me gustan, harta de recordar cuando podía desmembrar un instante en mil chispazos que luego convertía en historias. Deja de agitar su mano entre sus piernas. Mierda, es mierda. Cierro los ojos y recuerdo cómo nacieron las primeras historias. Me despertaba sudada y excitada de encontrar imágenes aún en mis sueños, figuras y formas que escribía hasta vaciar mi cabeza y por fin poder dormir. Al día siguiente un nuevo juego: Acaricia entre sus piernas la húmedad de su vulva. Sus ojos apretados, sus gemidos que mueren. No.Acaricia sus piernas, su vulva, aprieta sus gemidos, su olor. No. De entre sus piernas aprieta su vulva, la exprime, sus ojos se aprietan y ella gime. No, no, ¡NO!. Parezco yo misma el mal amante de quien tanto me burlaba, un burdo pedazo de carne incapaz de transmitir el fuego que no tiene, pero que en mi caso perdí. ¿Dónde se fue la intensidad que antes surgía con un chasquido? Su vulva indefensa y abierta. El viento, la gente, los autos, todos los sonidos familiares me recuerdan que el tiempo sigue corriendo. Desde hace semanas mis ojos tropiezan con la misma plaga de letras anémicas que terminan desapareciendo en una pantalla de permanente y brillante blanco. Su vulva indefensa y abierta. Salí a la ciudad, recorrí sus calles, busqué distracciones, sonrisas y conversas que se acompañaban con tragos que mostraban el camino. Su habitación, la mía, la de un hotel. Mordía, gritaba y gemía sin poder llegar a ese estado que extrañaba, y que sin embargo podía ayudarlos a alcanzar. Abracé a cada uno y soporté su aliento, hasta que se iban y me dejaban convivir conmigo misma, con mi vulva adolorida y mi cabeza y mano vacías. Sus ojos apretados, sus gemidos que mueren... su estado alucinado.

Me quedo junto a la ventana, atenta a la gente: caminan, hablan, ríen yendo de un lado a otro. Imagino cada parte de mí recorriendo un camino similar, dispersándose riendo, mientras ese algo yo desaparece como una ciudad vieja que abandonada pierde sus recuerdos. No siento, no huelo, no gusto, ni camino... floto con miles de imágenes borrosas que no desaparecen, un humo difuso de colores opacos que guardan la forma de mis brazos, de mis ojos, de mi pecho, de mi sexo. El cuerpo cálido y vital de esa mujer. Escribir cada historia me transformaba en protagonista y personajes, cada uno era un pedazo mío que vibraba y se agitaba hasta llegar al punto final, y en ese momento toda yo lanzaba un suspiro, aliviada.

Hoy no es distinto a los últimos días, cierro la ventana y me aprieto contra el sofá para no sentir frío. Todas las luces prendidas y el silencio vuelven más amplio el departamento. Fijo la mirada para distraerme, poco a poco pierdo toda noción, quedándome lentamente dormida. Despierto sobre un colchón de hojas húmedas, cubierta por árboles que cubren el cielo oscuro. Apenas puedo ver. Contengo la respiración para escuchar mejor y en medio de todo el silencio siento a alguien ahí, en medio del bosque, esperándome. Intento abrazarme y me doy cuenta que estoy desnuda, mi cabello ha crecido y me cubre las rodillas. Un silbido explota agudo a mi espalda y se aproxima. No tengo nada con qué defenderme, corro. Salto en la selva y atravieso maleza y ramas, hundo mis pies en el fango, las ramas me cortan, pero no me detengo. El zumbido se acerca, más y más próximo a cada segundo. Me baña una escarcha de sudor frío y la maleza me estorba. Árboles y más árboles, y no puedo distinguir nada, ni un pedazo de cielo por algún lado. Hace frío. Mis piernas están por explotar y mi pecho apenas contiene a mi corazón, que late asustado. El vibrar del horrible ruido toca ya mi espalda. En un parpadeo los árboles se vuelven de un mortecino rojo opaco, inmensos, eternos, invencibles. Pierdo mis fuerzas y caigo; y eso se abalanza sobre mí. Me arranca la piel, me destroza. Lucho contra el fango y ese agudo sonido que me hiere; y cuando consigo voltear, ahí está ella, informe y parecida a mí, un alarido que me arranca músculos y cabello sin producirme más dolor que el de su risa macabra y aguda. Mi cuerpo desaparece frente a mí, la sangre me riega toda y abro la boca pero no produzco ruido. Entonces grito, lo hago con mi cuerpo, lo que queda de mí, respondo a su violencia con mis uñas y dientes, que se clavan en ella, ese alarido que ahora aúlla de dolor.

Despierto. El departamento sigue iluminado y en silencio, nada ha cambiado. Sin embargo, mi espalda está pegada a mi ropa y mi corazón late de prisa. La imagen del sueño está ahí, latente en mis manos que tiemblan. Doy un par de vueltas antes de sentarme nuevamente frente a la computadora (no quiero hacer otra cosa). Recupero lo que había escrito y releo. Me quedo unos minutos pensando y retomo la última frase: dispuesta a morir de nuevo. Escribo.


Imagen extraída de lumediana.

13 comentarios:

Juan Eme dijo...

me ha gustado la metahistoria, la historia dentro de la historia, y el sueño digno de akira, el manga erótico hiperviolento. promete. sigue investigando.

Unknown dijo...

La literatura erótica es uno de los géneros más difíciles de escribir --bien, por supuesto--, aunque también uno de los más utilizados --pobremente, claro--; en tu relato hay frescura, me ha encantado y estaré leyendo más por aquí.

Saludos

yoyjuan dijo...

Hola Ines, soy Juan, te acuerdas, el del libro "Las vacaciones de Sophie en Escocia". Bueno, he cambiado un bastante el blog, los dos en realidad. Recuerdo que me dijiste que habias le habias visitado y que en cuanto al libro habia poco que ver. Me pareció que tenias razón, y he insertado un capitulo. Espero que te guste y resulte sugerente.
Me asombra la gran creatividad que tienes para variar tanto de tematica dentro del sexo. Me parece genial. Soy un seguidor tuyo. Por favor, visita de nuevo mis blogs y cuentame tu opinion. La tengo en alta estima.

Ines dijo...

Queridos Juan M, Tonatiuh y Juan, muchas gracias por sus visitas y comentarios. Me esforzaré por seguir sorprendiendo en futuras entregas, de manera de hacer válidos sus elogios, los que son mi mayor energía para seguir escribiendo.

Juan, prometo darme una vueltita por tu renovado blog.

Besos miles a todos.

Unknown dijo...

Hay algo... tienes algo... no es el sexo, o el erotismo... no es la frescura... hay algo. No es el ritmo, en imágenes, en flashes, ni el montaje. No está en tu adjetivación ni en la elegancia de muchas de tus frases, pero hay algo, profundamente femenino y universal al mismo tiempo, que aparece espolvoreado, mezclado con las mismas palabras, que se percibe, casi se toca. Es algo que traspasa, que llega, que toca resortes ocultos. No es el sexo, no es el erotismo, es más trascendente pero igualmente primario... y el que no sepa darle un nombre es lo que lo convierte en algo tan misterioso como profundamente atractivo.
Detrás de ese texto hay una autora. No es algo que pueda decir todo aquel que escribe. Felicidades Inés.

Lady Macbeth dijo...

Ay, mi querida Inés, ¡Ay de mi al leerte! me pierdo, me confundo entre tus palabras, me mimetizo tanto, que mete miedo, pero a la vez, incita.
Esto no lo esperaba, no creí que tu pasión, tu intensidad al escribir pudiera crecer más, hasta desarrollar esto, esto que se siente, se palpa, pero no se dice.
Bravo querida, ¡Bravo! nunca dejes de escribir.

Deprisa dijo...

No te quedas sólo en una historia sugerente, sino que vas más allá y haces una historia dentro de la tuya. En tus cuentos no sólo hay carne, sino cerebro ;)

Un saludo,
Deprisa

Ines dijo...

Que lloro, me ruborizo y salto de emoción. Muchísisimas gracias por sus más que generosos comentarios. Estoy con la boca abierta, el cuerpo relajado y el espíritu animado... vengan manos mías, vamos a escribir.

PD: Vilches... haces un debut en comentarios con esa frase... me mataste.

Anónimo dijo...

Compartiría un Johnnie Walker. Sin hielo. Y un cigarrillo tras otro.

Unknown dijo...

Bue,acabo de leer por vez primera,el ritmo de las palabras en la historia,sublima a la quietud del invierno que pega por los pies frios,muy interesante,seguir leyendo un poco mas y seguire comentando,alentando,apoyando,intentando,respirando,asimilando,guardando tantas palabras,imagenes e historias como sea posible de tu blog,adelante compañera!!!!!!!!!!!!!!

Enrique Palacios dijo...

Anécdotas, reales o ficticias, realmente atrapantes...

Beso Ines. Te sigo

Silvia Giordano dijo...

Muy bueno el relato, Ines.
ah! te voté en 20Blogs.
Besos!

Ines dijo...

Holas, holas...

Juan, que sean dos whiskys iguales. Lo de los cigarrillos, eso si no.

-, gusto y alegría el tenerte por acá. Caminemos juntas este camino de relatos picantones.

KI, gracias por tus palabras. Más que encantada de tenerte conmnigo en este camino eroticón.

Silvia Beatriz, que sería de mi sin ti. Mil gracias por tu voto. Precisamente gracias al concurso he conocido algunos blogs muy buenos. Ojalá los hayas descubierto tu también.

Bicos para todos

I.

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