domingo, agosto 16

Un rey y una reina

domingo, agosto 16























Cerca del bosque, sentada en el claro donde caminamos, mira el cielo azul y el sol brilla en su piel. Juega a hacer fomas con sus pies desnudos y el pasto, el viento levanta su cabello miel y ríe. La imagen perfecta se disolvía al enfrentar los cuerpos y la sangre, los gritos de guerra. Recuerdo el miedo cuando el viento del norte soplaba trayendo el anuncio de la próxima batalla, más golpes de metal sobre cuerpos abiertos y rotos, imágenes y sonidos que se borran mientras me acerco a ella. En medio de los gritos de la multitud que celebra nuestra vuelta cuento los pasos hasta ella, la mirada más azul del mundo que está pendiente de mi y me espera.

Desde que mi corazón me dijo que volvería, lo esperaba cada día en lo alto de la torre. Días, semanas, años hasta verlo nuevamente en el horizonte de camino a casa. Una alborotada multitud lo rodea al bajar de su caballo, cuando sube la escalera de palacio y llega a mí. Mi reina, dice, y tiemblo: está vivo, feliz y a mi lado. Comemos disfrutando de bailes y cantos hasta llegar la noche, cuando me toma de la mano y recuerdo cuán cálido e intenso es. Subimos juntos a la alcoba mirándonos como dos chiquillos, hasta que ya solos aprieta mis manos entre las suyas y aspira como si quisiera atrapar mi aroma. Sólo sonrío y tomo su rostro, me inclino y aprieto mis labios a los suyos.

Viajé donde ninguna flecha pudiera herirte, tan lejos que no escucharas mis gritos, ni me vieras como el rey de una jauría. Desenreda mis cabellos y desabrocha los botones de mis ropas. Se aparta un momento y me limpia con una esponja húmeda. En medio de lanzas y espadas te veía. Atacaba y destrozaba con el miedo que llegaran a herirte. No se detiene, contempla en silencio las cicatrices que cubren mi cuerpo y pasa su mano sobre ellas. Limpia mis piernas y pies, cada centímetro de mi cuerpo ajado de tantas batallas. Golpeé y maté deseos como el mío. Me hice el más fuerte sólo para volver contigo y estrecharte una vez más. Termina de asearme y me siento mejor, como si el olor de la sangre no estuviera ya impregnado en mí.

Retira una por una mis prendas, regalando besos y caricias sobre cada porción de mi piel que descubre. Roza mis senos y vientre con cada botón que suelta, mientras sus ojos irradian una luz hermosa y calmada como la del fuego que nos calienta. Te vi partir imaginándote frente a bárbaros corriendo en tu contra y desee una espada para acompañarte. Pierdo los zapatos y las medias, y una nueva temperatura sube desde mis pies. Se incorpora y toma con sus manos mis mejillas; me detengo en su piel rugosa contra la mía cuando me sorprende su aliento y un beso, sus labios impregnados de dulzura y calor. Mataría con gusto a tu lado, me privaría de miel y vino si tu me acompañas. Frota con tierna suavidad mi cuello y mis hombros, mis brazos, mis codos y mis dedos, mi espalda, mi pecho. Contengo el suspiro que me provoca cuando su mano desciende y pasa el ligero monte bajo mi vientre. He sido fuerte por ti, he gobernado este reino en tu nombre sólo esperando tu vuelta. Sus manos pasan mis muslos y piernas y se va deteniendo cuando llega a mi sexo. Lo descubre bajo los vellos y me embriaga con un beso, húmedo e intenso como el vino.

Bajo la luna su piel se vuelve un océano inmenso para navegar, un mar calmado que me lleva al único puerto que busco: su cuerpo expuesto a mi mano y mis ojos, su corazón palpitante bajo cada palmo de piel. Pasas tu mano bajo mi barbilla, apenas si rozas mi cuello cuando llegas a mi cabello que sostienes con fuerza. No necesito más que tus ojos para adivinar el deseo cálido de tu sexo duro y tu cuerpo ansioso. Descansa, no pienses, ni recuerdes, entra en mí y déjame cobijarte hasta que olvides la pesadilla. Mi pecho late descontrolado ante su mirada brillosa y sus piernas que me rodean cuando caemos sobre las sábanas. Me hundo entero en ella y olvido todo. Las caricias suaves que me regalas se convierten en respiración entrecortada y violenta, ímpetu explosivo de golpes que saben a miel y me abarcan toda. Al abrazarte disuelvo cada día que hemos estado lejos, mi pena por no poder combatir a tu lado. Nuevamente estoy entero, libre de expresar el deseo que convertía en gritos y golpes salvajes. Cada sonrisa, cada beso, cada instante con ella me limpia del horror. Mírame, nuestros cuerpos se evaporan, desaparecemos. Besamos, abrazamos, mordemos, arañamos angustiosa, desesperada, rabiosamente, hasta que casi libres casi plenos casi perdidos casi rendidos casi cansados casi hartos casi aguardando casi llorando casi felices... nos juntamos otra vez.

***


Me dejo vencer por el sueño con la certeza que despertará frente a mí. Mis dedos estarán enredados en su cabello y su mano reposará sobre mi; el olor del pan y el ruido de las aves nos despertarán. Le daré un beso y abrirá los ojos. Sonreirá y seré feliz.


Imagen extraída de cuarto mundo.

5 comentarios:

aapayés dijo...

En donde ninguna flecha te hiera, me gustaron mucho..

Sentir tus escritos vivir-lo en la medida que te leemos.. es maravilloso

BRAVO


Saludos fraternos
Un abrazo

Silvia Giordano dijo...

Hola! Ya están los resultados del Concurso Escobar la Revista Digital.
Ingresa a http://www.escobarlarevista.blogspot.com
Y podrás enterarte de los premiados y retirar tu propio sello (más votado categoría Erótico)
Felicitaciones!!!!
P.D: por favor, contesta la encuesta!

ingelmo dijo...

Excelente sexistoria Inés. Muy bien contada, tienes un estilo que consigue mantener enganchado al lector desde el principio hasta el fin.

Un abrazo,

Ines dijo...

Hola, ¿cómo están?
Discúlpenme la demora en responder sus comentarios, me ha sido muy difícil la inspiración por estos días.

Adolfo, no puedo decir nada más de tus comentarios... porque algo más que diga y me sonrojo cual total tomate.

Silvia, gracias amiga mía por compartir tantas cosas conmigo. He visto el premio está hermoso y te lo agradezco. Pronto lo verás acá en mi casita.

Ingelmo, ¿cómo estás? Siempre me alegra tener gente nueva por casa, y con comentarios como el tuyo, más aún. :)

Besotes inmensos para todos y gracias por seguir comentando. Son sus letras las que me dan vida a mí.

La Sombra dijo...

Hola Inés y preciosas tus historias eróticas, bonito tu blog y mi voto para ti.

Salud.

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